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En el último siglo, el mundo ha perdido unas 600 lenguas.

Las lenguas, repositorios de los patrimonios intelectuales de los pueblos y los instrumentos para la comprensión sin par de la vida por cada sociedad, se consideran como uno de los principales indicadores de la diversidad cultural; ahora bien, teniendo en cuenta la celeridad con que se extinguen, la diversidad cultural está amenazada en una escala sin precedente.


Cerca de 2.500 lenguas están en peligro de extinción inmediata; un número todavía mayor está perdiendo los "contextos ecológicos" que las mantienen como "lenguas vivientes".


A los ritmos actuales, el 90% de las lenguas se perderá en el siglo XXI; casi todas ellas son habladas por pueblos indígenas y tradicionales. Estas lenguas y los conocimientos ecológicos asociados se están perdiendo a un ritmo cada vez mayor a causa de la expansión de los mercados, las comunicaciones y otros aspectos de la mundialización que impulsan las lenguas dominantes a expensas de las nativas.


El vínculo entre la cultura y el medio ambiente es evidente para los pueblos indígenas. Todos los pueblos indígenas comparten una relación espiritual, cultural, social y económica con sus tierras tradicionales. Las leyes, costumbres y prácticas tradicionales reflejan tanto una adhesión a la tierra como la responsabilidad por la conservación de las tierras tradicionales para su uso por las generaciones futuras.


En la América Central, la cuenca del Amazonas, Asia, la América del Norte, Australia, Asia y el África del Norte, la supervivencia física y cultural de los pueblos indígenas depende de la protección de su tierra y de sus recursos.


A lo largo de los siglos, la relación entre los pueblos indígenas y su medio ambiente ha sido menoscabada a causa de la desposesión o del traslado forzado a partir de las tierras tradicionales y los lugares sagrados.


Los derechos sobre la tierra, el aprovechamiento de ésta y la gestión de los recursos siguen siendo cuestiones críticas para los pueblos indígenas de todo el mundo. Los proyectos de desarrollo, las actividades mineras y forestales y los programas agrícolas siguen desplazando a los pueblos indígenas. Los daños medioambientales han sido considerables: varias especies de la fauna y la flora han quedado extinguidas o amenazadas; ecosistemas excepcionales han sido destruidos, y corrientes fluviales y otras masas de agua han sido contaminadas intensamente.


Variedades vegetales comerciales han reemplazado las múltiples variedades localmente adaptadas que se utilizaban en los sistemas agrícolas tradicionales, lo que ha conducido a un aumento de los métodos industrializados de agricultura.

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